Exterior

 

La fachada principal es de una acertada composición, donde Francisco de Mora  consigue su estilo más personal al combinar torres y frontón. Aunque, sin lugar a dudas, lo que más impresiona es la robustez de  su fábrica de piedra, que llevó a afirmar al Padre Sigüenza,  que  desde  la  Celda  del  Prior  del  Monasterio  parecía   de “Plata”. Desde cualquier sitio que se la contemple se puede apreciar su belleza por su simplicidad de líneas, donde las curvas son las imprescindibles. Francisco de Mora trazó esta Iglesia sin la intervención directa de Juan de Herrera, pues éste, oficialmente, le había dejado el año 1593 todas las obras de El Escorial, debido a la precaria salud de su maestro.

Es en esta obra, en la que Francisco de Mora manifiesta su personalidad,  se detectan  claramente tres influencias:

  • La de Herrera, que no es de extrañar, pues desde 1579 estuvo a su lado.
  • La de Palladio, ejercida a través de los libros y grabados que este arquitecto procuraba a FelipeII.
  • Y de las Iglesias germánicas, conocidas quizá por dibujos y grabados que Herrera tenía de sus viajes por Alemania

A estas influencias hay que añadir la intervención personal de Felipe II, que corregía y revisaba todas las trazas de sus obras.